Andes y yungas: todo esto sucede en el norte de Salta y, aunque parece imposible de entender que en una misma zona tengamos dos paisajes y climas tan distintos, ¡no lo es! Qué lindo disfrutar por contraste: es, para mí, una de las formas más impactantes de apreciar la naturaleza.
De un lado, una frondosa selva de montaña atravesada por caudalosos ríos y poblada de animales autóctonos, y, del otro, pueblitos que parecen colgados de las montañas, con su arquitectura precolombina y callecitas estrechas y empinadas.
El Parque Nacional Baritú protege la fauna y flora de la selva salteña y alberga mamíferos como el yaguareté, en peligro de extinción. Los pobladores mantienen y cultivan sus costumbres ancestrales nutriéndose siempre de la naturaleza.
Y en la región andina, en Iruya, Nazareno o San Victoria Oeste el ritmo de vida responde a antiguos códigos de convivencia, autenticidad y tranquilidad. Los visitantes pueden sentir la paz y el silencio de los cerros guardianes.
En las Yungas, se disfrutan safaris fotográficos, observación de aves, turismo cultural, experiencias de aventura, kayak, canotaje y rafting.
En las ciudades de San Ramón de la Nueva Orán, Tartagal, Los Toldos, entre otras, se pueden visitar comunidades, descubrir artesanías, visitar reservas, siempre con la natura como maestra de orquesta.